Si la pregunta es ¿cómo leer poesía con les chiques? una respuesta posible es leyendo con elles. Y otra más jugosa (¿jugada? ¿jugando?) es cantando. Pero cantando ¿qué? ¿cómo? La serie La marca terrible propone cantar y leer poemas, viajes gráficos y maravillosos de libros álbum que traen la poesía del rock a libros a todo color. Son las canciones de siempre con una nueva mirada desde la literatura, desde la ilustración, desde la gráfica (es decir, poesía) Entonces, ¿cómo no leer estos libros de poesía con los chicos?
Por Gabriela Baby
Vamos de nuevo: Ponés la playlist y agarrás el libro. Lo mismo que hacías a los 15 o 16, con vinilos o cassettes grabados (TDK de 90, lado y lado) o con los CDS tan brillantes como, finalmente, efímeros. Pusiste la canción y te tirás al piso a escuchar, por ejemplo, La Balsa. O Pensé que se trataba de cieguitos o Mi perro dinamita o Yo vivo en una ciudad.
Entonces viene tu hijo o tu hija (que apenas dejó los pañales) y te baja a la realidad: ya no tenés 16 sino más de treinta o más, y no hay vinilos a mano, pero sí Spotify y unos libros ilustrados con letras de rock para compartir ya mismo con el crío. La marca terrible se llama la colección y es imperdible. “Y cuando mi balsa esté lista…”, y tu hije está arriba tuyo y entonces te sentás como indio, con el chiqui entre las piernas y comparten la lectura.
El libro cuenta: “Está solo, está triste. Se siente abandonado. Pero su vida está a punto de cambiar. Antes, claro, deberá reunir lo que necesita y tendrá que conseguirlo de donde sea”. Joaquín Camp ilustra (en este caso, porque hay mucho más).
Poesía + ilustración. Música y narrativas locas de artistas plásticos en una colección que reúne La (mentada) Balsa, El oso (maravilloso cuento hecho canción), Canción de Alicia en el país (con una propuesta que invita a mirar los 80s), Mariposa tecknicolor, (para escuchar siempre y seguir leyendo las imágenes poéticas). Bienvenidos al tren de la poesía en libro álbum, chicos y grandes, con la poesía de Fito, Charly, Los Redondos, Spinetta.
Y más, la colección se posiciona en el cruce que todos sabemos pero a veces cuesta enunciarlo: la poesía popular, la poesía de trovadores que circula por las calles, bondis, auriculares y fiestas viene en el envase expresivo de la música. El rock (de acá, el rock nacional) es parte –activa, productiva, contagiosa, transgeneracional – de la poesía popular.
La cosa sigue, pero ¿cómo empezó?
Entrevistamos a Guido Indij, editor y creativo, que un día tuvo la maravillosa idea de tomar los poemas y llevarlos al libro álbum, para compartir con les chiques, para abrirles a esos locos bajitos una entrada al rock. Y cuando dejen los pañales (o antes también) nos iremos todos juntos a vibrar en recitales. Por ahora, Playlist y a disfrutar del viaje en imágenes.
¿De dónde surge la propuesta de esta serie Rock nacional – libro álbum? ¿cómo se te ocurrió?
Me gusta el ROCK! Nací en el 67. Crecí con el Rock, con el Rock argentino… Cumplí 50 cuando el Rock argentino cumplía 50. Y esta fue nuestra manera de festejar su cumpleaños.
¿De la playlist al libro o del libro a la playlist?
Del libro a la playlist. Es esta: https://open.spotify.com/playlist/65zY03L6Bf8iNhYwheS0Cx?si=2eaeb989b690441f
Desde La Balsa a Rata Blanca (con sus letras tan del fantasy, ideal, por cierto para este proyecto…). Contanos de esta variedad y ¿cómo sigue la saga?
Los libros de esta colección son aquellos que, nos damos cuenta, fueron escritos para un niño. O para el niño que llevamos adentro. O en el lenguaje de la literatura infantil. Son libros que si un extranjero, digamos, sin contexto, sin conocimiento de que se trata de una joya musical de un movimiento contestatario, lo lee como un texto escrito para un libro álbum, funciona. Lo que pasa es que para un argentino es difícil leer cualquiera de estos libros sin que la melodía invada la lectura, sin cantarlos incluso…
En ese universo de canciones, las que publicamos y las que aún faltan, Rata Blanca le hace ruido a muchos amigos y lectores. Y sí, es metal, ¿qué esperaban? La Leyenda del hada y el mago es la más difícil de cantar, pero la letra es un cuento, y la artista Marta Vicente hizo el resto de la magia…
¿Cuál es el vínculo que encontrás entre letras de rock y poesía?
Es un tema que me interesa desde siempre. Uno de los clásicos de la marca editora es Guitarra negra, el único libro que publicó Luis Alberto Spinetta. No es un libro de letras, es un libro de poesía. Y esa colección (que no es infantil, sino para lectores de poesía) tiene otro libro importante que se llama Antología Poetas Rock, en el que se pueden encontrar poesías de Miguel Abuelo, de Calamaro, Erica García, Melero, Charly, Moris, Litto, Roberto Jacoby, Pipo Lernoud, y muchos otros rockeros, poetas del rock.
¿Y cuál es el puente posible entre poesía e ilustración?
En toda mi carrera de editor, que empecé hace más de 30 años, me interesé en la relación entre texto e imagen. Las colecciones y experiencias, más o menos felices, más o menos exitosas son muy variadas. En los diálogos entre León Ferrari y Rafael Alberdi, entre los de Adolfo Nigro y César Bandin Ron, por ejemplo. Una vez hicimos una cena con 18 artistas plásticos y 18 escritores y nos íbamos pasando un papel de más de 6 metros y salieron unos ejercicios de cadáveres exquisitos extraordinarios que editamos bajo los títulos Caído del cielo y Teléfono roto.
¿Cómo elegiste a cada ilustrador? ¿De qué manera la música acompaña u orienta la elección del artista plástico?
Tenemos una grilla de títulos que queremos editar. Cuando nos gusta un ilustrador le ofrecemos dos o tres canciones, para ver dónde hay sintonía. Nosotros dividimos la canción en “escenas”, y el ilustrador hace lo suyo. Creo que la excepción fue la de El Niño Rodríguez, un amigo de toda la vida, que se acercó a pedirnos hacer Pensé que se trataba de cieguitos. Ya habíamos publicado Cleopatra de Los Twist, pero ¿quién puede decirle que no a El Niño Rodríguez, genio total?
Estrellas de rock (Spinetta, Charly, Fito, Pedro y Pablo, Los redonditos) y estrellas de la ilustración: Marta Vicente, Istvanch, Gabriela Burin, Emilse Delgado, entre otros. ¿Encontraste nuevas vueltas o ideas o imágenes en cada letra a partir de la ilustración? (la lectura del ilustrador que resignifica el texto…)
Habrás visto que hay libros más psicodélicos (Mariposa tecknicolor), otros más surrealistas y con espíritu de época (Canción de Alicia) o arty (La leyenda del hada y el mago). La libertad creativa de los ilustradores es total. Yo me divierto mucho con los pequeños detalles, por ejemplo el personaje que corta la pata de una silla mientras piensa “Tengo que conseguir / mucha madera / tengo que conseguir / de dónde sea”. Nos sentimos muy felices con la aceptación de los artistas a las propuestas que les hicimos, y Lito Nebbia, incluso nos hizo sugerencias de títulos que podíamos considerar y que seguramente editaremos en el futuro.
¿Hay un lector prefigurado en la propuesta?
Cuando pensamos esta colección pensamos en un cliente ideal: el tío. El tío que se acerca a su sobrino para sacarlo un rato de la pantalla y compartirle la pasión por el rock.
Mi hija llevó a su jardín uno de los títulos y un mes más tarde los 20 habían descubierto Mariposa tecknicolor, la sabían entera, y habían inventado una coreografía. Los padres le preguntaban, dónde aprendiste eso y la cantaban también
Pero lo que más nos maravilló es lo que pasaba con los chicos más pequeños, que aun no siendo lectores leen los libros, ¡los leen! Saben dónde termina la frase, dan vuelta la página, y aprenden a leer. Es increíble.
Y contanos algo de este colofón: “Mejoramos la legibilidad de los textos de este libro utilizando la tipografía OpenDyslexic”. ¿De qué se trata?
Es una tipografía que tiene especial peso en la parte baja de las letras. Están engrosadas. Eso ayuda a diferenciar las letras y fijar la mirada. No solo para disléxicos, sino para todes los que están aprendiendo a leer.
La colección está acá: https://lamarcaeditora.com/colecciones/la-marca-terrible-rock-40
La playlist espera. La tarde compartida de poesía, música e ilustración, también.