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Santiago Ginnobili y Guido Ferro presentan «Una gran familia», un libro sobre la teoría de la evolución

¿Cómo contar la teoría de la evolución a los más chicos? ¿Vale el humor para aproximarlos  a las ciencias? ¿Y la ficción? ¿Qué relación hay entre las plantas que están en el living de casa y el primer mono que habitó la Tierra? ¿Quién fue Charles Darwin? Una gran familia (de editorial iamiqué) responde a estas preguntas y plantea muchas más. Un libro narrativamente científico y científicamente ilustrado. Para todas las edades.

Por Gabriela Baby

Charles Darwin fue un investigador, naturalista, científico, humanista, curioso, gran escritor y amoroso observador del mundo. Fue además el autor de El origen de las especies, un libro que revolucionó las ciencias naturales porque propone una teoría que permite vincular la historia y la evolución de toda la vida (animal y vegetal) que hay y hubo sobre el planeta Tierra. Simple y complejo a la vez. Entonces, ¿cómo contarles a los más chicos de las andazas de Darwin y de su revolucionaria teoría?

Una gran familia, el libro recientemente publicado por editorial iamiqué (una editorial que se toma muy en serio la divulgación científica para chicos) cuenta la teoría de Darwin pero sobre todo propone una mirada curiosa, poética también, científica y a la vez cuestionadora sobre el origen de las especies.

Escrito por Santiago Ginnobili e ilustrado por Guido Ferro, Una gran familia es un trabajo amoroso y cuidado con una de las historias de la ciencia más fascinantes de todos los tiempos. Planetario quiso saber más, y reunió (a través del mail y chats) a los hacedores de este particularísimo libro. Guido y Santiago responden.

¿Cómo surgió la idea de hacer Una gran familia? ¿Y cómo fue apareciendo el libro?

Santiago: Primero apareció el texto, fue al comienzo de la pandemia. Con Andrea, mi mujer, le leemos a Helena, mi hija, casi todas las noches. En una de esas noches le había leído un texto de ciencia para niñas y niños, y se aburrió. Me pareció que no se entendía porque el texto daba por supuesto muchas cosas. Como yo trabajo en filosofía de la ciencia, y casi siempre en temas de biología, me pregunté si podría escribir un texto explicando algunas de las ideas de Darwin que no diera nada por supuesto. Se me ocurrió escribir lo que le había contado muchas veces a Helena: cómo se empezó a pensar que toda la vida en la Tierra estaba emparentada. La idea no era sólo contar eso, sino las razones por las cuales Darwin empezó a pensar en eso. Además, quería que quede claro que no se trataba de una verdad revelada sino que, al contrario, es una muy buena idea con muy buena evidencia. Y evidencia que está ahí nomás, a la mano del niño. Además, es una idea bella. Así que, en un par de noches de insomnio de pandemia, lo tenía escrito. Por suerte el texto cayó en manos de Carla e Ileana, las editoras de Iamiqué, que me ayudaron a mejorarlo mucho y propusieron a Guido como ilustrador.

¿De qué manera las ilustraciones aportan al relato de las palabras? ¿Cómo trabajaron imágenes en función del texto?

Guido: Cuando Carla e Ileana me contactan, el trabajo con el texto casi estaba terminado. Me buscan porque les interesaba mi estilo de ilustración y mi dedicación al dibujo de animales y naturaleza en general. Hubo bastante diálogo entre editoras e ilustrador, y siempre una mirada muy rigurosa desde el punto de vista científico (de hecho editoras y autor descartaron algunas propuestas de ilustración que no tenían valor científico).

Sin embargo, el libro propone un abordaje de los saberes científicos a partir de un relato, incluso a partir de ciertas zonas muy fantásticas (en la primera ilustración, por ejemplo, hay personas con cabeza con tentáculos u orejas como burrito o un pico o cuatro brazos…). ¿De qué manera los relatos y la ficción sirven para entrar al relato científico? ¿Y de qué manera la ciencia se toca o se emparenta con la ficción?

Santiago: Las ideas científicas fueron inventadas por personas, no surgen del microscopio o del telescopio de manera directa. Esas ideas, que después se relacionan de manera más o menos fuerte con la evidencia, en el origen son invenciones. Eso hace que el trabajo de proponer nuevas ideas científicas se emparente con el de la construcción de ficciones, porque en ambos casos es necesaria la imaginación. Sobre todo, en casos de científicos y científicas que miraron un fenómeno que venía siendo pensado de determinado modo por la tradición, y aprendieron a verlos de un modo novedoso, de un modo que nadie lo había visto. Las semejanzas estructurales entre organismos eran vistas antes que Darwin como rastros del plan de diseño del creador de los organismos y Darwin los vio como semejanzas debidas al parentesco. Ese cambio en la perspectiva es maravilloso, sorprendente, y muestra una creatividad increíble.

¿Y la fantasía se da sobre todo en la ilustración..?

Santiago: El dibujo que mencionás es espectacular. El texto empieza preguntando ¿Por qué somos como somos? Guido se dio cuenta de que lo que había que dibujar no era cómo somos, sino cómo podríamos haber sido. Eso permite, me parece, desnaturalizar lo que parece obvio (tenemos cinco dedos) y plantear la pregunta: ¿por qué? Y en particular ¿por qué tenemos cinco dedos y nuestros perros y gatos también?, que es el punto del libro. Además, ese dibujo de ¿cómo podríamos haber sido? tiene como espejo otras ilustraciones del texto, en particular, la de ¿Cómo éramos? Y mi preferida, la de ¿Cómo vamos a ser? Las tres preguntas son fundamentales en el darwinismo. Y básicamente, no tenían sentido en otras cosmovisiones previas. Cómo el mismo Darwin dice al final de El origen de las especies, “hay belleza en esta concepción de la vida”. Creo que la mejor estrategia para comunicar las ideas de Darwin, sobre todo a niñas y niños, es mostrar esa belleza.

¿Cuál fue el desafío más grande del libro? (o la dificultad que tuvieron que resolver para que funcione).

Guido: Para mí, uno de los grandes desafíos del libro fue llegar a desarrollar un árbol de la vida, de Darwin, con las distintas familias y especies de la vida. En las que por un lado el ser humano no fuera el ápice de ese árbol evolutivo sino que fuese un miembro más de la ran familia de la vida en la tierra. Esta ilustración, que es un poco infográfica, tenía que ser lo suficientemente sintética para que uno no se perdiese, pero al mismo tiempo bastante representativa para incluir la gran diversidad de la vida. Gran desafío del libro.

Santiago: Un punto difícil, con el que me ayudaron Carla e Ileana, fue tratar de presentar la evolución sin sugerir la idea de que es algo que ocurre en un organismo particular. No es que un organismo cambia, sino que la población lo hace. Como el libro estaba pensado para ser leído a niñas y niños muy pequeños, esta idea no era fácil de plasmar.

Una gran familia ¿es más un cuento que un libro informativo? ¿O viceversa?

Santiago: Lo más importante del libro es transmitir una actitud hacia la ciencia y hacia la vida de interés y curiosidad. Si se genera el interés, después habrá tiempo para aprender. Además, por mi parte, yo estuve muy inspirado por mi hija, que ama la naturaleza y es curiosa. Me parece que así son las niñas y los niños naturalmente (me baso en mi experiencia de padre y de tío para decir esto). Más bien quería un libro que celebrara esa actitud natural. Porque los niños y las niñas son realmente como los científicos: se hacen preguntas, aprenden, experimentan, se arriesgan. El crecimiento es una aventura. Y la ciencia consiste un poco en mantener esa actitud. Quería evitar el adultocentrismo, o esa idea de que el adulto siempre tiene que explicarle las cosas a los chicos.

Y también el humor aporta lo suyo desde la gráfica para entrar a la ciencia…¿Cómo hacer chistes desde las ilustraciones? ¿cómo y por qué contar la ciencia con cierto humor?

Guido. El humor es una clave o un gran pilar de mi obra. Me parece que a través del humor se puede tratar ciertos temas, y hacer que sean más digeribles, no solo eso, sino también hackear ciertas temáticas que a veces son difíciles de comprender  o que a veces pasan desapercibidas porque nos parecen aburridas o redundantes. Me parece que el humor tiene ese toque sorpresa que nos hace darnos vuelta, volver a mirar, llamar la atención sobre algo particular.

Hay también en las ilustraciones una cita a las ilustraciones clásicas de los naturalistas. ¿Podrían contar algo de esta propuesta de investigación gráfica?

Guido: Creo que el libro en general, así como Panthera Tigris, que es un libro anterior de Iamiqué, está muy relacionado con la ilustración científica de los naturalistas del siglo XIX. Es una intención de las editoras que se hermanó muy bien con mi estilo de ilustración y con el humor y esta potencia del humor. La intención en este caso es traer de vuelta este tipo de ilustración, que antes era la norma y, de alguna manera, revalorizar el trabajo de estas personas que fueron pioneros, pioneras, y actualizarlo.

En la línea de la ficción, es bien jugada la anteúltima ilustración (cabeza de hongo y animalitos en estilo Emigrantes, de Shaun Tan…) Revela una gran capacidad narrativa e inventiva de las ilustraciones. 

Guido: Te agradezco que hayas citado a Shaun Tan porque es mi ilustrador favorito. Así que si algo de eso se transmitió en la ilustración, me da mucha satisfacción. Cuando me plantearon Carla e Ileana hacer una ilustración sobre el futuro de nuestro planeta, me puse a pensar en una realidad en la que el ser humano establezca una relación de cooperación, de armonía con la naturaleza y no una relación de explotación. Es un poco lo que quise representar. Incluso con la aparición de seres como el hongo gigante o humanos que pueden ser no tan humanos, sino alguna otra cosa…

Santiago: Esa última ilustración es mi preferida. Tengo una versión impresa que tengo que mandar a enmarcar. Pero mi hija ya me la pidió. “Esa va a mi cuarto” me dijo. No sé si se la voy a dar…

¿De qué manera acercar a chicas y chicos a las ciencias? ¿Y para qué?

Guido: La ciencia está relacionada con la curiosidad y la curiosidad está en la base de toda posible mejora humana. Y es importante que estas preguntas y la curiosidad estén en las nuevas generaciones. Que se puedan preguntar como es el mundo, por qué el mundo es como es, y como podría ser de otra manera.

Santiago: ¿Para qué? Hay dos respuestas, creo. Una, más estratégica. Porque queremos que sean críticos, que piensen por sí mismos, que no sean dogmáticos, que sean creativos, que sepan de dónde salieron las ideas que hoy se aceptan, porque queremos que se dediquen a la ciencia o al menos que la estimen y la respeten, porque queremos que amen la naturaleza y la respeten, porque queremos que no tengan falsa consciencia y no sean manipulables, porque queremos que sean desconfiados, porque queremos que se respeten a sí mismos y a las conclusiones a las que pueden llegar por sí mismos. Creo que por eso no alcanza con comunicar ideas científicas (datos) sino que hay que mostrar como se formaron en la historia de la ciencia, y tematizar la naturaleza de la ciencia misma.

La otra respuesta es más hedonista. Por la misma razón que queremos que vean películas, que escuchen música, que prueben distintos platos, que disfruten de la naturaleza, que lean libros, que vean cuadros. Básicamente, para que sean más felices.


Guido es artista plástico, coordina talleres de ilustración.
Santiago es investigador en temas de biología y filosofía de las ciencias.