Con tramas de la literatura clásica o ilustrando sus propias historias, Rébecca Dautremer despliega en enormes páginas paisajes traídos del mundo de los sueños. Surrealista, disruptiva, osada: sus personajes -de siluetas dinámicas y gestos contundentes- suelen plantarse en ángulos extrañados y proyectarse hacia horizontes apenas verosímiles. De visita en Buenos Aires, dialogó con Revista Planetario.
por Gabriela Baby.
Nota publicada en Revista Planetario en 06/2019
Rébecca Dautremer es una ilustradora francesa de reconocido prestigio internacional, autora de libros de gran formato y lujoso diseño como Princesas olvidadas o desconocidas, Cyrano, Una biblia, Elvis y Seda, entre otros. Invitada por la editorial Edelvives, que publica sus libros en español, Rébecca estuvo en Buenos Aires para presentar Las ricas horas de Jacominus Gainsborough, un relato que narra la azarosa vida de un señor conejo de nombre largo y mucho apellido. Acompañada por su marido, el escritor Taï-Marc Le Thanh, autor de muchos libros que ella ha ilustrado, Rébecca presentó también Dautremer (y viceversa), un libro objeto de doble entrada (doble tapa, doble posición de lectura) que muestra diversos trabajos de la artista, -ilustraciones, bocetos, fotos de infancia, puestas teatrales, esculturas, borradores y acuarelas-, engarzados por un diálogo entre Ella y Él (así, sin nombres propios, aunque Rebecca revelará rápidamente quién es Él y que ella es ella).
En Buenos Aires, sin dejar de soñar libros futuros, la artista tomó contacto con sus lectores del sur del mundo, que formaron largas filas en la Feria del Libro y en el Malba para tener firma, un dibujo a mano alzada, un breve diálogo… ¡Y el encuentro con Rébecca vale la pena!
En el libro Viceversa se presentan dos Rébeccas: la realista y la soñadora. ¿Con cuál de las dos te identificas más?
Viceversa pone en escena un diálogo entre mi marido y yo, aunque los nombres no estén puestos en el libro. Mi marido es el autor del texto, porque él me conoce bien y entonces hizo las preguntas y las respuestas. Y la doble entrada de la realista y la soñadora fue una manera de ordenar ese caos de bocetos, ilustraciones y fotos, para darle un sentido al libro. De todas formas, me siento más del lado del sueño que de la vida práctica, más del lado de la poesía. La realidad me da un poco de miedo, por eso dirijo mi tiempo y mi vida a hacer libros y contar historias fantásticas. No me gusta mucho ilustrar historias de la realidad. Cuando tengo que hacerlo siempre sumo un detalle que va a dar un giro, que pone algo extraño en esa realidad. Un giro a lo fantástico.
¿Te ha tocado ilustrar historias de la realidad?
Me refiero a historias que podrían haber ocurrido, como Seda, por ejemplo. Entonces cuando tengo que ilustrarla imagino una escenografía increíble, algo un poco surrealista y trato de zambullirme en esos lugares oníricos.
¿Qué te gusta más de tu trabajo?
Mi trabajo tiene diferentes momentos: lo más difícil, por ejemplo, es encontrar una idea. Antes de crear una imagen tengo que tenerla aquí, en la cabeza, totalmente visualizada para poder reproducirla en el papel. Es lo más cansador, aunque también me gusta esta primera etapa. Después hay que poner las líneas sobre el papel. Bocetar. Es difícil, porque me cuesta dibujar, me pesa. No me siento tan buena dibujante. Tengo que esforzarme para hacer el dibujo, no puedo escuchar música mientras lo estoy haciendo, ni hablar con nadie. Pero cuando logro el dibujo que me gusta es un gran placer. Y luego viene el pintar, el colorear, que me lleva mucho tiempo pero es más mecánico. Es un momento muy agradable.
ME PARECIÓ VER UN CONEJO
Las ricas horas de Jacominus Gainsborough tiene algo muy nostálgico y a la vez trata temas que no son frecuentes en la literatura infantil…
No hay temas que queden fuera de la literatura infantil: es posible hablar con los niños de todo. Cuando yo era una niña, los asuntos de los adultos me provocaban mucha curiosidad. Y creo que los niños quieren saber de la muerte o de otros temas incluso cuando no pueden entender todo, porque es una manera de crecer. No me parece que tengamos que hacer libros bobos para los niños, ni que cuando decidimos dar cuenta de la muerte, por ejemplo, tenga que ser en un libro específicamente sobre la muerte. Porque en la vida, la muerte ocurre junto con otras cosas. Fijate que el conejo se enamora durante el entierro de la abuela y entonces ese momento triste es también feliz porque se da cuenta de que hay algo especial en la mirada de la coneja. Es decir, los sentimientos se cruzan, como ocurre en la vida. Hay ambigüedad, muchas cosas pasan al mismo tiempo.
El personaje no es del todo feliz, ni del todo triste ¿Buscaste desconcertar a los lectores?
No tenemos que creer lo que los demás dicen sobre la felicidad. Porque hay una dictadura de la felicidad que parece indicar que, para ser feliz, hay que tener esto y esto y esto… O hacer tal o cual cosa. Como si hubiera una receta. Y no es así. Con la historia de Jacominus me interesaba deslizar la idea de que no hay una única manera de ser feliz. Por eso es un libro borroso, onírico, de paisajes y tiempos no fechados.
¿Se vincula con algún recuerdo de tu propia infancia?
No con mi infancia, pero sí recuerdo una escena de infancia de mi hija. Cuando ella tenía 5 años murió mi abuelo. Y estábamos en el velorio, que era en la casa familiar, y ella me pedía ir a ver al abuelo muerto. Entonces íbamos y estábamos a su lado unos minutos: ella sentía gran atracción de estar ahí y una emoción muy fuerte. Y luego me pedía volver a la otra sala. Y al rato, otra vez ir a ver al abuelo muerto. Así, varias veces. Ahora tiene 17 años y se acuerda bien de eso. Se acuerda que le fascinaba algo allí, que había algo que la atrapaba. No digo que haya que hacer esto necesariamente, pero yo sentí que tenía que acompañarla y dar respuesta a su curiosidad.
También hay muchas preguntas que el libro propone y que no quedan saldadas…
Es un libro para reflexionar, para compartir entre chicos y grandes, para hacerse preguntas, para seguir imaginando.
¿Y por qué este conejo tiene un nombre tan raro y tan largo?
El conejo se llama Jacominus Stan Marlow Lewis Gainsborough. Quería dar un nombre a mi protagonista, un nombre especial; no Colita, ni Pompón, ni Bombón, esos nombres tan trillados. Quería un nombre pesado, difícil, para darle también una vida que valga la pena ser vivida. Una vida intensa.
DE UN LADO Y DEL OTRO
¿Qué te gusta del encuentro con el público lector?
En esta vuelta tomé contacto con los lectores de Latinoamérica. Estuve en Bogotá, en Uruguay y en Buenos Aires… Es increíble para mí ver que la gente conoce mi trabajo, compra mis libros y viene a la firma con mucha emoción. Muchos me traen regalitos, y muchos jóvenes ilustradores me traen su tarjeta, algo de su trabajo. Eso me anima mucho y me siento muy apoyada. Y es una oportunidad increíble viajar por el trabajo. Pero también hay que tener cuidado, porque es un momento en que ves tu nombre enorme puesto en un cartel y te sentís famosa. Y no hay que vivir para eso. Me gusta el contacto directo con la gente, es valioso y me siento muy bienvenida, pero luego quiero volver a mi trabajo.
Sos autora integral (del texto y la imagen) y también ilustradora de textos de otros autores. ¿Qué encontrás de provechoso en un rol y en otro?
En este momento tengo ganas de trabajar más como autora integral, es decir, como autora e ilustradora, porque puedo controlar más el vínculo entre texto e ilustración. Puedo imaginar todo el libro, paso a paso. En cambio, cuando trabajo con otro autor tengo que soportar el texto ya terminado, ya cerrado. Eso me pasó con Alicia, por ejemplo. También ocurre que ahora tengo más ideas y me siento más segura para escribir. También me gusta trabajar con amigos que conozco muy bien, o con mi esposo, porque juntos podemos sacar o poner palabras o imágenes, es más manipulable el material. Y decir algo en el texto no es lo mismo que decorar un texto ya cerrado.
¿Y en qué estás trabajando ahora?
Acabo de terminar un libro que se tituló A las 12 en punto. Pero como este título resultó largo para los editores españoles, en español se llamará La cita. Es una cita entre el conejo Jeronimus y su novia. Él le declara su amor pero ella se tiene que ir… hay un diálogo muy lindo. Y también estoy trabajando sobre la novela de John Steinbeck, De hombres y ratones. Será una novela grafica de más de 400 páginas que me está llevando muchos años terminar.
¿Cuánto tiempo te lleva hacer cada libro?
Mucho tiempo. Y siempre tengo ganas de hacer más. Querría tener dos o tres vidas para hacer todo lo que quiero hacer.
Finalmente, ¿de dónde vienen las ideas?
Es lo que no sé. Me alimento de todo… pelis, sueños, libros. Pero no puedo decir esta idea viene de aquí o de allí. Misterio.
PLANETA RÉBECCA
Rébecca Dautremer nació en Gap, Francia. Se diplomó en la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs (ENSAD) de París, donde sus profesores enseguida repararon en su talento y la animaron a dedicarse a la ilustración. Publicó su primer álbum en 1996 con la editorial Gautier-Languereau (La Chèvre aux loups – La cabra ante los lobos). En los años siguientes, le siguieron innumerables éxitos, entre ellos Princesas olvidadas o desconocidas (2004), publicado en 20 lenguas diferentes y cuyas ventas superan los 550.000 ejemplares. Nutrida por una verdadera pasión por la fotografía, su estilo es único y caracterizado por puntos de vista siempre muy originales, así como por un dominio deslumbrante del gouache y, desde hace poco, del lápiz. El éxito y la calidad de sus obras, reconocidas en el mundo entero, le han permitido sobrepasar las fronteras del universo juvenil para tocar y atraer un público adulto. Expone regularmente en Francia y Estados Unidos; también es requerida en el campo de la publicidad y ha colaborado con las casas Kenzo y Cartier.
DEDICATORIA
A ti, que tienes este libro entre las manos, te doy las gracias por pasar sus hojas. He puesto una gran dedicación para escribir esta historia y pintar las imágenes que contiene. Te recomiendo que lo mires detenidamente, pues en él podrás observar una gran cantidad de detalles. Si eres una persona adulta, no creas que este libro no va dirigido a ti solo por estar lleno de dibujos. ¡Menuda idea! Este libro también lo he hecho para los mayores, ¡claro que sí!
Si eres un niño o una niña, es posible que algunas partes te parezcan un poco misteriosas. Tranquilo: seguro que puedes pensar un poco y adivinar muchas cosas.
Y, por otra parte, no creas que las palabras lo explican todo. Seguro que tropiezas con algunas que todavía no sabes muy bien lo que significan. Pero no es algo que me preocupe, porque estoy segura que encontrarás a una persona mayor para que te las explique. Por ejemplo, seguro te preguntas qué significa eso de “las ricas horas”. Pues mira, como todavía estoy aquí, te respondo yo misma: es una manera poética y refinada de hablar de la vida de una persona. Y digo refinada porque en este libro he usado palabras complicadas, como ricas horas, para referirme a una cosa sencilla, como es la vida.
Así pues, lo que vas a descubrir en este libro es la vida de Jacominus. ¿Por qué Él? Me preguntarás también. Pues porque, como dijo el propio Jacominus, tuvo una vida que valió la pena vivir. Y, en mi opinión, también vale la pena contarla. Y ya te estoy oyendo: ¿Qué es una vida que vale la pena vivir?
Bueno, pues yo aquí voy a soltar una ligera tosecilla, y mi respuesta es la siguiente: me vas a perdonar, pero tengo que marcharme a hacer otro libro. Hazle tus preguntas a otra persona. Confío en ti. Seguro que te las arreglas muy bien.
R. D. – De Las ricas horas de Jacominus Gainsborough. Edelvives (2018).